«Salvando la Tierra Indefensa: ¡Unamos Fuerzas!»

Por: Wilbert Villca López

¡Serpientes! ¡Raza de víboras! ¿Cómo van a escapar del castigo del infierno?, Jesús les cuestionó a unos selectos sacerdotes fariseos, hipócritas. Los terrenales algún día no podrán escapar de la justicia, de las leyes cuando se apliquen. Mientras tanto se enseñorean con sus latifundios que jamás fueron de ellos con las superficies que ostentan. ¡Aproximémonos a qué ocurrió en nuestro país!

En 1999, los hermanos Rojas nos invitaron a su comunidad que colinda con la línea roja del Parque Nacional Amboró, de Santa Cruz. Éramos universitarios de la Gabriel ligados a causas campesinas. Vimos corpulentos maderos descompuestos en el suelo cubiertos de vegetación. Hasta entonces, en las aulas teóricas concebíamos a los parques como los reservorios naturales del bosque: sin intervención humana. “No hemos visto ni un árbol de madera fina. Ésta es la planta de rebrote, los únicos que ven”, nos señalaron. ¡Las maderas finas extraídas, todas!

En Santa Cruz, las empresas madereras, La Chonta en particular, tuvieron su apogeo por los precios mundiales en los 1990 al 2000. Talaron a las cotizadas especies maderables, la mara y otros. Se habían beneficiado de la madera selecta y luego a esas tierras promovieron declararlos en Parques Nacionales y en Reservas Forestales. Al resto de las extensiones lo desboscaron para luego tramitarlas los títulos de propiedad empresarial. Luego arrasaron el bosque sin valor comercial convirtiéndolo en vastos soyales.

Los comunarios de San Miguel de los Limos podrían relatar testimonios aterrorizantes de la noche violenta y emboscada por matones pagados por la empresa Jihussa S.A. y los Barbery Paz. Con machetes y palos arremetieron contra indefensos asentados. En 2001 visité y pernocté ahí. Conocí a las víctimas.

¿Qué responderían los Barbery Paz, los Aguilera y otros que no me vienen a la mente? En el 2000, en