«El Deber» viola Derechos Humanos: La Acusación falsa a Facundo Molares

En un claro despliegue de falta de respeto a los Derechos Humanos fundamentales, el periódico «El Deber» se ha convertido en el epicentro de una acusación errónea y perjudicial contra Facundo Molares.

En un sorprendente titular que reza «Muere el exguerrillero de las FARC vinculado al doble crimen en Montero durante la crisis de 2019,» el diario no solo malinforma, sino que también desconoce el informe veraz presentado por el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) – Bolivia, parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

En esta alarmante muestra de periodismo irresponsable, «El Deber» no solo vulnera la honra y dignidad de Facundo Molares, sino que también atropella el principio fundamental de las garantías judiciales, como la presunción de inocencia. La presión mediática en el ámbito de la información no puede ni debe convertirse en un tribunal de justicia, y es lamentable que un medio con tanta influencia haya decidido tomar este camino.

El informe emitido por el GIEI – Bolivia, un organismo con credibilidad internacional, establece de manera clara e inequívoca que Facundo Molares no pudo haber participado en los eventos que se le acusa. En el informe, en la página 134, se precisa: «Merece señalarse que a Facundo Molares se le acusa por el homicidio de Mario Salvatierra Herrera y Marcelo Ricardo Terrazas. Sin embargo, la información disponible refiere que él fue herido durante los enfrentamientos del medio día en el Puente de la Amistad y, por tanto, no podría haber participado en los hechos de esa noche. Molares fue atado de pies y manos a su cama de hospital, en grave ofensa a su dignidad y condición de salud.»

La falta de rigor periodístico en la publicación del periódico «El Deber» no solo constituye una afrenta a la memoria de Facundo Molares, sino que también socava la integridad del periodismo y su deber de informar con veracidad y objetividad. Es más que evidente que la intención de la publicación trasciende la mera divulgación de la noticia sobre la muerte de Molares. Más bien, parece estar destinada a orquestar un linchamiento mediático contra un activista político que ejerció su derecho legítimo a la protesta y fue víctima de tortura y manipulación en el contexto de la dictadura de Jeanine Añez.

Esta triste muestra de manipulación mediática no solo afecta la memoria de Facundo Molares, sino que también erosiona la confianza en la integridad y la ética periodística. En momentos cruciales en los que la información es crucial para la construcción de una sociedad justa y equitativa, es fundamental que los medios de comunicación asuman su responsabilidad y cumplan con los principios más básicos del periodismo, incluyendo el respeto a los derechos humanos y la presentación de hechos basados en pruebas concluyentes.